La última carta de María

María Reina de Escocia última carta

La última carta de Mary es una de las más conmovedoras jamás escritas. Explica al rey de Francia, hermano de su amado primer marido, que su catolicismo no le permitiría aceptar la suspensión de la ejecución ofrecida por Isabel si aceptaba renunciar a su fe.

Traducción de la última carta de Mary del francés

Reina de escocia

8 de febrero de 1587

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Hermano real, habiendo por voluntad de Dios, creo que por mis pecados, me entregué al poder de la Reina mi prima, en cuyas manos he sufrido mucho durante casi veinte años.  Finalmente he sido condenado a muerte por ella y sus fincas, he pedido papeles, que me han quitado, para poder hacer mi testamento, pero no he podido recuperar nada que me sirva, ni siquiera conseguir me marcho para hacer mi testamento libremente o para que mi cuerpo sea transportado después de mi muerte, como quisiera, a tu reino donde tuve el honor de ser reina, tu hermana y antigua aliada.

  Esta noche, después de cenar, me avisaron de mi sentencia: me ejecutarán como un criminal a las ocho de la mañana.  No he tenido tiempo de darte un relato completo de todo lo que ha sucedido, pero si escuchas a mi médico y a mis otros desdichados criados, sabrás la verdad y cómo, gracias a Dios, desprecio la muerte y prometo que Lo encuentro inocente de cualquier crimen, incluso si yo fuera su sujeto. La fe católica y la afirmación de mi Dios dado derecho a la corona inglesa son los dos temas por los que estoy condenado y, sin embargo, no se me permite decir que es por mi religión católica por la que muero, sino por temor a interferir con la de ellos. .  La prueba de ello es que se han llevado a mi capellán y, aunque está en el castillo, no he podido conseguirle permiso para que venga a oír mi confesión y me dé el Último Sacramento, mientras ellos han sido de lo más insistentes. que reciba el consuelo y la instrucción de su ministro, traído aquí con ese propósito.  El portador de esta carta y sus compañeros, la mayoría de ellos vuestros súbditos, darán testimonio de mi conducta a mi hora.  Me queda suplicar a Vuestra Majestad Cristiana, mi cuñado y antiguo aliado, que siempre ha protestado por su amor por mí, que dé prueba ahora de su bondad en todos estos puntos: primero por caridad, pagando a mi infortunado Siervos, el salario que les corresponde: esto es una carga para mi conciencia que solo ustedes pueden aliviar: además, al hacer que se ofrezca una oración a Dios por una reina que ha llevado el título de más cristiana, y que muere católica, despojada de todas sus posesiones.  En cuanto a mi hijo, te lo recomiendo en la medida que se merece, porque no puedo responder por él.  Me he tomado la libertad de enviarte dos piedras preciosas, talismanes contra enfermedades, confiando en que gozarás de buena salud y una vida larga y feliz.  Acéptalas de tu amada cuñada, quien, al morir, da testimonio de su afecto por ti.  De nuevo te encomiendo a mis siervos.  Dé instrucciones, si le place, de que por mi alma se me pague una parte de lo que me debe, y por el bien de Jesucristo, por quien oraré por usted mañana mientras muera.  Me queda lo suficiente para fundar una misa conmemorativa y dar las habituales limosnas.

  Eres la hermana más cariñosa y verdadera,

María R  
 

Al Rey y hermano más cristiano y antiguo aliado.